Cultiva tu talento literario de Thaisa Frank y Dorothy Wall

El clásico que habla sobre la voz que todo escribiente debería conocer y explorar.

Este es otro libro que suelo consultar para mis clases de escritura creativa. Cada vez que lo leo, aprendo algo nuevo y le doy vueltas a un tema que, podríamos decir, casi me obsesiona: eso que muchos escritores afirman sobre la voz narrativa, ¿es algo que cambia según la historia que cuenten, los personajes que tengan entre manos o es más bien algo que permanece como una marca personal? En mis conversaciones con escritores, suelo preguntarles esto y no saben muy bien qué responder, cosa que me da a entender que la voz es algo muy intuitivo, que se va ajustando en función de las necesidades de la historia, y que se trabaja igual que las técnicas de producción de textos. Como lectora voraz, intuyo que hay algo de ambas cuestiones. Entonces, la voz es algo así como la vida misma: cambiante, flexible, que necesita ser cuidada y afinada a menudo.

Es fácil olvidar que la voz no es un mecanismo sonoro incorpóreo, que está adherida a un ser vivo, a un ser que respira y que tiene sus gustos, sus pasiones y sus estados de ánimo, factores todos que condicionan la escritura. Es fácil olvidarlo cuando se empieza a escribir en serio. E igual de fácil olvidarlo después de haber escrito un tiempo, cuando pensamos que hemos ido más allá de lo que hemos experimentado como «voz natural».

En este ensayo se da cuenta de muchos de los temas que preocupan a los escribientes, desde el posicionamiento del crítico interior, la autenticidad de la voz, el sonido del lenguaje coloquial, que está estrechamente vinculado a nuestra respiración y a los ritmos de nuestro cuerpo. Otros de los temas que se tratan son: el enfoque narrativo en la historia que se cuenta, la creación de los personajes, la importancia del reposo de los textos, las revisiones y la relación con la verdad.

Me gusta mucho este libro y vuelvo siempre a él sobre todo porque propone ejercicios de escritura muy originales y potentes que, según voy probando con mis estudiantes, dan siempre buenos frutos y son motivadores. Por ejemplo, para destilar la voz propone: escribir sin interrupción diez minutos a velocidad máxima. Dejar el ejercicio reposar una semana. Leerlo y marcar lo que nos llame la atención de esa especie vómito. Reanudar la escritura de los diez minutos comenzando con una palabra o idea de las señaladas. Dejar pasar otra semana y marcar de nuevo lo interesante. Suprimir el resto y leerlo en voz alta. Puede ser el principio de algo potente e inspirador.

Ya para acabar cito un fragmento que me ha parecido clave para arrojar luz a las cuestiones planteadas inicialmente:

Cuando la voz está conectada a la imaginación nos puede llevar a cualquier parte. La voz es algo más que un yo sexuado, más incluso que un yo humano. Es capaz de travestismo, de androginia, de vivir en un lago o en un coche; viene de un lugar donde las categorías del ser pierden todo significado y se disuelven.

Sin duda, este manual debería estar en todas las estanterías de los profesores de lengua y de escritura.

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