Precioso homenaje de la autora al amor que se profesaron sus padres y a todo lo que construyeron, por ejemplo, a ella misma.
Leí esta novela nada más salir a luz pública, durante el estricto confinamiento del año pasado. Me enamoró tanto como me salvó de tantas horas de encierro. La compré en ebook y la devoré, aunque con parsimonia, si es eso posible. Cada vez lo practico más: no querer que se acabe lo bueno y exprimirlo al máximo lentamente. A corazón abierto es uno de esos libros que una quiere tener en papel, tocar, oler, dejarse caer sobre el pecho y dormirse. Es la novela que más he regalado en los últimos meses. No podía dejar de recomendarla y releerla estos días de vacaciones.
Elvira Lindo nos cuenta de una manera fresca y desenfadada la historia de su familia, cómo se enamoraron sus padres y los tuvieron a ellos, sus hijos, cómo fueron sus años de infancia y juventud en diferentes ciudades de España y cuánto la marcó todo lo que la rodeaba, aunque no fuera especialmente consciente de ello. Escribir esta novela habrá supuesto para ella un viaje retrospectivo hacia su propia vida; la imagino contemplando horas y horas las fotos de sus padres, sobre todo que su madre, que murió cuando ella entraba en la adolescencia. Todo lo descrito me parece auténtico y muy cinematográfico. Lo que más me ha llamado la atención es las diferentes voces narrativas utilizadas por la autora, voces que van hilando la vida de Elvira y de su familia retratando también de manera muy realista el panorama político y social de la España post-franquista. Ella nos dice claramente que es la historia de los suyos, pero podría ser perfectamente la de cualquier familia española que tiene el deseo de prosperar y mejorar, palabras tan de esa época y mentalidad que merecerían un pedestal en el reino palabril. Yo no he podido evitar ver a mis abuelos, con su respectivas vidas y luchas y a mis padres; leerla me ha ayudado a meterme en sus cabezas y entender lo que les tocó vivir, y sobre todo a comprenderles y quererles por lo que hicieron y lo que no, por lo que se esforzaron por crear un mundo mejor. Y sobre todo a no juzgarles. Pocas veces imaginamos a nuestros padres o abuelos antes de nuestra existencia, como si ellos no hubieran gozado de juventud y de las contradicciones y aventuras propias de esa etapa de la vida, como si ellos no hubieran cometido locuras, dicho mentiras o no se hubieran enamorado (entre ellos y de otras personas). Elvira Lindo lo cuenta tan bien que te metes de lleno en su universo, con ese sentido tan fino de la ironía que la caracteriza y al mismo tiempo tan lleno de ternura. Se nota que está escrito desde el amor y para difundir amor. Una no puede que enamorarse de los personajes (personas en carne y hueso para ella, y puede que esto le dé mucho más valor) y regalárselo a las personas que quiere.
De Elvira Lindo, autora española que admiro y sigo con devoción, destaco gusto por la oralidad, lo bien que reproduce el habla de la gente, no chirría nada, todo suena como si lo estuviéramos presenciando, incluso lo políticamente incorrecto ella lo dice con gracia, locuacidad y ese desparpajo que la caracteriza. El personaje que me ha parecido más trabajado y hondo es el de su padre, con el que tuvo siempre una relación muy estrecha y compleja:
Trae una bolsa de tela colgada en bandolera. Dentro de ella, su inseparable bolsito de piel, la célebra mariconera que llevaban asida a la mano los señores fumadores. Nada más entrar saca de ella varios paquetes de tabaco y hace un despliegue sobre la mesa de la cocina, como si los dispusiera para jugar un solitario. […] Necesita tenerlos a la vista para calibrar cuál es el cigarrillo que cuadra en cada momento. Como todos los viciosos, encubre su dependencia con sibaritismo.
[…]
Mi padre no cabía en dos adjetivos, no cabe en un libro, porque ese hombre áspero y rudo, charlatán, sin duda que carecía de malicia de quienes encubren la vanidad con falsa humildad. Ese hombre verborreico y fanfarrón, que a veces podía ser cruel, estaba también incapacitado para el rencor…
En ocasiones la autora se dirige directamente a su padre, ya muerto, y le habla desde ese vínculo especial que los unió siempre, a él patriarca, cabeza de familia y a ella, la pequeña de la casa:
Yo te comprendí siempre. Tu independencia me beneficiaba, iba ligada a la mía. Si no me necesitabas, podía ser libre. No quería verte en el banco de la calle, esperándome. Sin madre y con el padre viviendo ahora con otra mujer en un barrio céntrico: así me llegó la independencia, de manera abrupta.
En la novela se respira generosidad y sobre todo se percibe como un ejercicio de reconciliación con la parte más oscura (e incomprensible) que puede resultar el pasado. Me gusta imaginarme a Elvira Lindo escribiéndola, sin duda se lo debió de pasar genial. Parece ser que antes de publicarla ella misma había escenificado, en forma de monólogo, partes de la novela y se nota mucho porque está cocinada a fuego lento y tratada con minuciosidad y esmero.
Todas sus novelas me gustan, me han emocionado por una cosa u otra, pero esta me ha calado hondo y le deseo mucho éxito y lectores, sobre todo porque diría que le ha puesto voz a mucha personas de nuestro querido y ajado país.
Me encanta esta mujer y también este libro especialmente. Buena reseña!