Maravilloso testimonio de una familia numerosa que se instala en el bosque
¿Quién no lo ha pensado alguna vez? Seguro que todo el mundo en mayor o menor medida ha fantaseado con la idea de irse a vivir a la naturaleza y alejarse del estrés, el caos y la contaminación. Lo cierto es que necesitamos ese contacto con la esencia y siempre que nos es possible lo vamos a buscar al bosque o montaña más cercanos. Pero volvemos al mundanal ruido, donde nos esperan esas mil y una obligaciones diarias.
Este recurrente tópico sigue vigente de manera esplendorosa en la era tecnológica. Si bien es cierto que no podemos prescindir de estos artilugios electrónicos que nos permiten hacer mil cosas (por ejemplo reseñas literarias), somos más conscientes de lo ajado que está el planeta y de cómo quienes lo habitamos y gobernamos contribuimos a su destrucción. Esto nos va perdiendo a nosotros mismos sin darnos cuenta (o sí) para convertirnos en… ¿en qué? De eso va este libro. También de todas las trabas con que se encuentra esta familia para cumplir su sueño.
Tuvimos que aprender a desprogramarnos. Y tuvimos que aprender todo a partir de la experiencia, o, más exactamente, de la experiencia del fracaso. Era muy frustrante. Pero al mismo tiempo, parecía como si viviéramos en el ombligo del mundo, Como si no estuviéramos en ninguna otra parte sino allí, y el mundo fuera del valle hubiera dejado de existir. Y los momentos de felicidad, ¿cómo podía valorarse esa felicidad, esa vida plena? ¿Y cómo podía comunicarse ese sentimiento de los demás? ¿Cómo honrar el hecho de que todo tiene vida: las piedras, los árboles, las montañas mismas si uno ha sido un cínico durante toda su vida?
La protagonista, que es la misma escritora, vive este dilema en su propia piel: ansía empezar de cero y ofrecerle a su familia auténtica vida, pero busca desesperadamente ese trocito de wifi para poder conectarse y escribir en su blog, que a su vez es una puerta para el sustento económico, ya que gracias a él le salen algunas conferencias en Dinamarca. Ella va recibiendo mensajes de algunos seguidores. Estas entradas son maravillosas, están a cuenta gotas y escritas desde un corazón humano en el corazón del bosque.
Conocen al Capitán, un hombre que les ayuda a construir su nueva casa y con el que tienen rencillas de todo tipo, pero sobre todo, un hombre que les planta en la cara quiénes son y qué quieren realmente en la vida.
-No lo hacemos solo por nosotros mismos. También lo hacemos para hacer ver a la gente que es posible. Que es posible ser más libre y vivir de forma más sencilla. La gente ha vivido así durante cientos de años. […]
El Capitán me interrumpió antes de que pudiera respirar hondo.
– Nadie cultiva la vieja sabiduría, todo se olvidará. La artesanía y todas esas habilidades. No podemos permitir que todos esos conocimientos se pierdan así, sin más. Y maldita sea, no podemos andar dando vueltas como cobardes y tener miedo de algunos de esos inspectores de obras.
Otro de los temas que aparecen en el libro es el de las críticas y las miradas del entorno. Hejlskov da luz a la opinión que suele tenerse de quienes abandonan la vida moderna y se alejan del buitre capitalista, una opinión que suele ser injusta, radical y prejuiciosa. Ellos se cuestionan continuamente la función del Estado y los servicios que ofrece (educación, sanidad, prestaciones dinerarias, etc.) y lo que tienen que dar a cambio los ciudadanos para gozar de la libertad. Pero hay gente que los ve como unos jetas.
-¿Qué pasaría si todos hicieran lo mismo que vosotros?
– Quizás al planeta le iría mejor -respondí, aunque nunca antes había discutido con uno de mis oyentes. Nunca-. En un planeta con recursos limitados no puede haber un crecimiento ilimitado, continué.
– La desobediencia civil no tiene nada que hacer en una sociedad que funciona tan bien como la nuestra -afirmó él.
– ¿Quiere eso decir «adáptate o muere»?
– Aquel que simplemente abandonaba la sociedad es un egoista asocial. Sería mejor intentar cambiarla desde dentro.
– Pero ya lo hemos intentado. ¡Y no es posible!
– Tenéis una obligación con la mayoría, no podéis largaros así y dejar todo atrás -dijo; era el dolor escandinavo lo que hablaba por él.
Me ha parecido una novela bien trazada, alternando la forma de diario con la narración y el diálogo. Hay fragmentos de una belleza literaria sobrecogedora, se percibe una armonía que encaja perfectamente con el entorno que habitan.
De noche las cosas son diferentes. De noche, uno se preocupa por las raíces. ¿Qué pasaría si la tormenta arrancara los árboles de cuajo? Algo así. El otoño grita. Nunca antes había oído un sonido igual. Escucho atentamente el sonido del otoño. Me provoca un miedo terrible. El otoño grita histéricamente.
La familia vive varios conflictos en torno al tema de quedarse ahí «para siempre» o simplemente por un año, como dijeron al principio. No todos los hijos, sobre todo los mayores tienen el deseo y la necesidad de vivir así, y, aunque se implican con las tareas necesarias para la construcción de la cabaña y el cuidado diario, no comparten el sueño con sus padres. Lo que sí es cierto es que todos viven una transformación. No solo a nivel físico, pues se hacen fuertes y más valerosos, sino también porque su estructura mental, sus creencias cambian y lo más tierno, es que a pesar de todas las adversidades y de la poca intimidad que tiene como individuos, se unen mucho más y aprenden a funcionar como tribu. Despues de varios titubeos y deseperados por otros problemas que van surgiendo (frío, falta de herramientas…) deciden volver a la civilización, aunque no será para siempre.
Merece la pena meterse en esta novela que te sacude y te emociona a partes iguales. Aconsejo leerla a fuego muy lento, devorarla podría causar indigestión. Es el primer libro que leo de la editorial Volcano y estoy segura de que no será el último.